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En este año 2024 en el que se cumplen los 85 años de la fundación del Instituto Ramiro de Maeztu, vamos a contarles una historia que la comenzamos en los albores del siglo XX, pero que se mantiene casi con estos mismos objetivos con los que se inició:

   - El estudio, la investigación, la formación, el juego, sueños, miedos y sinsabores, alegrías y muchas esperanzas.

Era el Cerro del Viento, aislado, pelado, azotado por el viento, nada había sobre él. Tenía un suelo árido, elevado, propio de la estepa castellana. 


Se encontraba al fondo de una calle, la calle del Pinar, que parece que es un río entre dos orillas de castaños grises, con adoquines de agua que descienden hacia la Castellana.







En él se construyeron interesantes edificios realizados por magníficos arquitectos: Antonio Flórez, Carlos Arniches y Martín Domínguez, para albergar un presente lleno de proyectos, que daría paso a un futuro enriquecedor construido con lo mejor del momento. Así surgió un importante complejo para el estudio y la investigación, siempre arropado por el deporte, la música, el teatro, en una palabra todo lo creativo.





Y donde sólo había arena con Cardos y Cardillos



   

Aparecieron los Chopos


Las Adelfas


Los Castaños



Los Plátanos de grandes hojas

 
 



Las Gentes... y también llegó el Canalillo con las aguas que sobraban del Canal de Isabel II.

Queremos ser dignos continuadores de aquello, queremos seguir empujando a todo lo que nos ha precedido bajo este cielo madrileño, y bajo lo que los Geógrafos denominan  Piedemonte del Guadarrama.